Friday, August 11, 2006

Mi querida nantzintli me soñó

Hace unos días llamé por teléfono a mi mamá, a quién quiero muchísimo y a quién extraño aún más. Siempre la llamo por lo menos cada ocho días. Estuvimos platicando un buen rato sobre la familia, sobre cómo me va por aquí, etc. Casi al final de nuestra plática me comentó que apenas hacía unos días había soñado con Jason y conmigo. Me dijo que un su sueño los dos estábamos trabajando en los campos de cultivo de California, bajo los inclementes rayos del sol, como todos los trabajadores inmigrantes y agrícolas que arriesgan la vida para cruzar la frontera para poder venir a ganarse unos cuantos dólares en la siembra y cosecha de fresa, aguacate, lechuga, etc. También me dijo que Jason no llevaba sombrero ni gorra y que su cara y cuello estaban ya muy enrojecidos por el sol, mientras que yo tenía puesto el sombrero de palma que compré en Tequisquiapan cuando anduvimos por allá.

Las madres y sus hijos están irremediablemente conectados unos a otros, aún cuando como en nuestro caso, los cordones umbilicales se hayan perdido. Lo que soñó mi mamá fue muy parecido a la realidad; aunque Jason y yo no trabajamos en el campo como jornaleros, es cierto que Jason muchas veces sube a los techos de sus posibles clientes para realizar un estudio sobre la cantidad de sol que dichos techos reciben. Y da la casualidad que hace unos días, más o menos cuando mi mamá nos soñó Jason subió a un techo a medio día, y exactamente ese día se había olvidado de llevar su gorra y de ponerse bloqueador solar. Así que sí, después de un par de horas expuesto al rayo del sol, su cara y cuello estaban ya completamente rojos. Estas quemaduras le duraron varios días. Yo por mi parte también estuve expuesta al sol pero usando mi sombrero tal como lo soñó mi mamá. Esto fue el domingo pasado (6 de agosto) cuando Jason, unos amigos y yo fuimos a un concierto gratuito y al aire libre en San Francisco. Ese día, a pesar de que se pronosticaban temperaturas de 16 grados y mucha niebla para esa área de San Pancho, pues resultó todo lo contrario: hubo cielo totalmente despejado y un sol que brillaba en todo su esplendor. Aunque esta vez Jason si llevó su gorra.

Los sueños de mi mamá prácticamente siempre le atinan a la realidad, mediante sus sueños ella casi siempre sabe lo que pasa con nosotros, aun cuando nosotros estamos a miles de kilómetros de distancia de ella. Mi nantzintli me soñó.