La Güera Esther, al entrar por primera vez al salón de clases del tercer semestre en la Voca 5 Ciudadela causó este comentario-petición-reclamo de parte de Oscar quien se encontraba parado en la puerta, vacilando con Ubaldo. Ella sólo se limitó a sonreir de una forma un tanto nerviosa. El comentario fue lanzado hacia nosotras, las jóvenes que en esos momentos estábamos en el salón, listas ya para tomar la siguiente clase del día.
La Güera Esther era una chica de tez blanca, ojos verdes y vivarachos, pelo rubio, dientes blancos y finos, super buena onda y ... muy guapa. Nadie tenía nada en contra de ella pues siempre fue una buena compañera. Recuerdo que el amor de su vida -en esos momentos- era Xavier el de Menudo. Nunca le conocí un novio real.
Nosotras no nos molestamos con ella por dicho comentario, pues no fue ella quien lo hizo y ni siquiera lo secundó. Pero sí nos sentimos incómodas al oirlo, aunque creo que sólo agachamos la cabeza. Pero creo que también nos sentimos incómodas al ver qué tan diferente era ella de nosotras. Pero, ¿cuál era/es la diferencia? Muchas cosas sería la respuesta rápida (su pelo, sus ojos, su piel, etc.). Pero la respuesta más compleja y más acertada es una sola: la raza a la que pertenecemos.
Me pregunto si en ese entonces nosotras habremos entendido la dimensión real de este 'reclamo'. Yo no lo entendí. Me hizo sentir incómoda pero hasta ahí.
Una mirada rápida hacia ese salón de tercer semestre nos deja ver unos cuarenta jóvenes, morenos, en su mayoría indígenas o descendientes de indígenas, uno que otro "blanquito", uno que otro mestizo.
Y no es que nosotras hayamos tomado el comentario de Oscar muy a pecho y nos hayamos deprimido profundamente, para nada, pero ese comentario por tonto o pueril que parezca, y lo es, encierra muchas cosas en sí (desdén, ignorancia, desprecio), pero refleja una sola cosa, algo que es devastador y que sí ha enviado a muchos a la depresión por decir lo menos, y es el racismo.
Este mismo racismo lo sentí y viví muchas veces en México, pero hasta que llegué a vivir a California lo ví abierta y objetivamente, y no lo pude hacer ya más a un lado.
Pero vayamos por partes. No crean que Oscar es un güerito hijo directo de Cortés, al contrario, por lo menos por su apariencia -pues genéticamente nadie sabe- el está muy lejos de ese "ideal" de piel blanca y pelo rubio. De hecho Oscar (quien no me parecía feo) podría estar por su físico más cercano a Cuahtémoc (el último emperador azteca, no confundir por favor con otros Cuahtémocs) que a conquistador alguno. Entonces, si obviamente el es azteca, y obviamente su progenitora (sin albur) también es azteca, ¿porqué diablos "reclama" a las mujeres aztecas el no ser güeritas como Esther? Self hate? ¿Odio hacia sí mismo? ¿A dónde he visto y escuchado yo eso antes? ¿Síndrome de los hijos de la Malinche? ¿Se odian a sí mismos y odian a sus madres y hermanas por ser morenas? ¿Quién nos ha enseñado que solo los 'blanquitos' o 'güeritos' son bonitos? ¿Desde dónde vienen esas ideas? Tal vez desde aquel octubre de 1492.
Regresando a ese grupo de la Voca 5: en ese grupo también había un trío de chicas morenas y bajitas: Luz, Soco y Andrea. Ellas -al igual que prácticamente todos nosotros- venían de algún barrio o colonia de escaso poder económico. Las tres eran muy guapas, con belleza indígena. Las llamaban "las tres Marías" ('María', ¿acaso porque ese es el nombre genérico que se les da a las mujeres mazahuas que venden fruta o artesanía en las calles del DF?). Estaba también Héctor 'el burguesito de la Roma' como lo llamaba Oscar. Héctor era un chavo blanco, clasemediero, un tanto atractivo, que mantenía su distancia con nosotros. El vivía en la colonia Roma, aunque para esas fechas esa colonia estaba ya muy lejos de ser burguesa. Pero para Oscar, quién venía de Neza la Roma era algo completamente fuera de su mundo.
Después llegó Elías. El también era un chavo blanco, clasemediero y atractivo, pero a diferencia de Héctor, Elías sí iba a las fiestas con nosotros y se integró al grupo fácilmente.
En este microcosmos mexicano, que fue la voca 5 antes del temblor del '85, se dieron situaciones y relaciones que he visto repetirse muchas veces, dentro y fuera de las aulas escolares.
A muchas chavas del grupo nos gustaban Héctor y Elías. Oscar nunca nos atrajo (tal vez por su abierta preferencia por las güeras, ¿o será porque nosotras también preferíamos a los 'güeritos'?). Pero Héctor y Elías nunca se fijaron en nosotras las morenas, ellos tuvieron varias novias en la escuela, pero sus novias siempre fueron las "güeritas", las bonitas, las atractivas, pero nunca las morenas descendientes de indígenas. Y no solo fueron Héctor y Elías quienes tenían preferencia por las chicas de piel blanca, no, también uno que otro moreno 'las prefería blancas'.
Dinámicas parecidas se daban tanto en la escuela donde estudié la licenciatura como en los posteriores trabajos que tuve. E incluso en entrevistas de trabajo; los reclutadores siempre daban preferencia a los "güeritos" por encima de los demás: era obvio que con ellos las entrevistas eran muy largas, y con nosotros duraban menos de dos o tres minutos, si a eso se le puede llamar entrevista.
Algunos años después tuve la oportunidad de viajar a Canadá. A pesar de que ya era mayo, hacía mucho frío y por ende yo estaba muy abrigada y solo se me veían los ojos y la naríz. Sin embargo hubo varios canadienses que volteaban a verme y uno hasta se me acercó y abiertamente me invitó a salir con el. En México ningún hombre se fijaría en mí estando yo tan cubierta de ropa.
Vayamos ahora hacia el área de la bahía de San Francisco: aquí hay un ambiente de mucha diversidad y convivencia entre gente de diferentes razas, no es ideal ni perfecto, pero sí muy complejo, y esto da para otra nota. Sin embargo, en ambientes dónde muchos 'latinos' o mexicanos se reúnen, como son clubes donde se baila salsa, también se puede percibir -y aquí más abiertamente pues la chicas de piel blanca abundan-, esa preferencia de algunos hombres mexicanos hacia las mujeres blancas. Varias ocasiones me tocó que practicamente me hicieran 'fuchi' cuando yo quería bailar con alguno de ellos. Minutos después podía verlos bailar con 'güeritas'.
Mientras en México el racismo es velado (nadie habla de que hay racismo, además de que nos han hecho creer que somos 'mestizos' cuando la gran mayoría somos indígenas, y claro, nadie quiere ser 'indígena' pues además eso es un insulto) el racismo en EUA salta a flor de piel -aunque pocos se atreven a hablar de este fenómeno abiertamente.
El racismo aquí en EUA es muy evidente en lo económico (en eso si hay parecidos con México), es decir, ¿quienes son los que tienen mejores sueldos, acceso a universidades prestigiadas, acceso a cultura en general (aunque gran parte de la cultura que se ve en museos o salas de conciertos es totalmente euro-céntrico), servicios médicos, oportunidades de viajar, etc.? En su gran mayoría los beneficiarios de todo esto son los blancos, y un segmento menor en cantidad pero no menos importante de asiáticos. ¿Y los latinos y los negros? Bien gracias.
Para alguien omo yo que viene de otra cultura es muy importante aprender las reglas de convivencia entre razas: ni por nada del mundo se puede llamar a alguien por el color de su piel, sea el color que sea porque es políticamente incorrecto nombrar colores (claro, a excepción de los que odian a los inmigrantes pues ellos nos llaman 'brownies').
Otra cosa es que hay etiquetas basadas en el grupo étnico al cual pertenece cada quien. Tan luego te conocen quieren saber cuál es tu grupo étnico. Como que no se sienten cómodos si no saben cuál es tu orígen. Recuerdo la primera vez que mis compañeros de trabajo vieron a Jason (quien es blanco), uno de ellos me preguntó insistentemente '¿y de dónde es él?', 'pues de aquí' yo contesté, 'sí, ¿pero cuál es su grupo étnico?' insistió este chavo. Y esto es algo que ni yo me había preguntado. Pues este chavo no se quedó contento hasta que yo le contesté (inventando) 'tiene ascendencia inglesa y escocesa'.
También recuerdo la vez que yo estaba tomando mi acostumbrada clase de danza occidental africana un sábado por la tarde, cuando una señora que había estado observando la clase desde la puerta entró y cruzó medio salón solo para preguntarme directa e insistentemente 'are you Native American? You look like one, but, are you really a Native American?'. Igual que en el otro episodio, la señora no se fue contenta hasta que yo le dije 'yes, I'm Native American, from the Aztec Nation' (aquí todos los grupos de indígenas norteamericanos se llaman 'naciones', como la nación Cherokee, la nación Pima, etc.).
Antes ese tipo de preguntas me molestaban, pero ahora no. He aprendido que es mejor que se sepa de donde venimos, pues de esta manera podemos reconocer y valorar las contribuciones que cada grupo étnico ha hecho a la humanidad. Y también he aprendido que los 'valores estéticos' son muy subjetivos. Claro, si los españoles fueron quienes nos conquistaron es obvio que ellos van a poner sus valores como si fueran valores universales, es decir, como a ellos les gustan las mujeres blancas nos impusieron a fuerza de golpes que las mujeres y los hombres blancos -según ellos- son los únicos que valen. ¿Los morenos o prietitos? no esos no.
Y después de quinientos años de estar duro y dale insistiendo en que debemos aspirar a un ideal de blancura y que ser moreno o indígena es malo, pues claro, desafortunadamente ya nos lo grabamos.
Creo que después de tantos años me doy cuenta que aunque malintencionada la petición de Oscar se puede aplicar, ahora con diferente contexto: ¿a ver si ya aprendemos, eh? ¿Y qué tenemos que aprender? Muchas cosas: tenemos que aprender que TODO lo que nos enseñaron sobre el valor de la piel blanca es puro cuento que solo les sirve a los que estan en el poder para perpetuarse en dicho poder y para seguir aplastándonos, tenemos que aprender que todos los tonos de piel son importantes y que no hay uno que sea más que el otro, tenemos que aprender a querer y respetar nuestra piel morena pues es bella en sí misma, tenemos que aprender a querer nuestros perfiles aztecas, mayas, zapotecas, etc. pues somos descendientes de aquellos diez mil que quedaron después que casi diez millones fueron masacrados, tenemos que aprender a no agachar la cabeza cuando epítetos o preguntas racistas son lanzadas hacia nosotros, tenemos que aprender que sí podemos realizar nuestros sueños, tenemos que aprender a valorarnos y respetarnos por lo que somos y a hacernos valorar y respetar, ¡tenemos que aprender mil cosas más para poder darnos el lugar que nos corresponde en el mundo!