Monday, July 24, 2006

Man it was hot! And it was sooo cool!

Sunday 23th at five pm. About 90 Fahrenheit degrees in the city. This is way too hot.
Davies Symphony Hall in San Francisco. Man it was so hot! But it was so cool!

My first time at Davies! Not long ago I heard a woman during a speech, saying that the less you are willing to try new things, the older you're getting, then she asked the audience: when was the last time you did something for the first time? Well, there it goes, I'm happy to say: yesterday, less than twenty four hours ago! Yipee!

The performers? Or better said: the magicians? The Afro-Latin Jazz Orchestra, led by Arturo O'Farrill, heir to Chico O'Farrill. Like father like son. Excellent maestros! Period

The eighteen member orchestra cast a spell on us, or maybe they hypnotized us, or ... I don't know what they did to us but for about two hours we were the happiest human beings in the world! (With so much suffering going on right now, with so many inocent civilians being killed by the minute, being happy might seem shallow and selfish, but while enjoying the maestros' magical arts I was convinced that everybody should have this kind of experience, at least once, and this thought convinced me even more to fight the good fight and defend this and other equally important rights and experiences, like the right to be listened to and to be respected no matter where you come from)

Their music is strong, erotic, sensual, it caresses the body and the senses, it caresses the mind ... and it puts it to work too, at least my brain was actively working, eagerly absorbing and observing each and every one of the sounds, each and every one of the movements and the rhythms, noticing how each part of my body reacted to that avalanche of feelings.

One thing led to another, and while my multi-tasking brain was absorbing everything, I couldn't avoid thinking of the past. This music reminded me of my childhood in a northern México City barrio. We were living in a small house in a street called José María Mata. Next to our house there was a big home where a big family of musicians lived. Three generations of them: grandpa, father and son (and I just heard recently that the great-grand-son is a musician too), all of them played at different times with the famously revered Internacional Sonora Santanera, which every afternoon at about 4pm, right on time for me since I always finished my homework at that time, gathered and rehearsed their music, only few meters next to where my family and I used to live. The instruments I loved the most were the saxophones and the trumpets. They sounded beautifully! It was gorgeous.

Fast forward lots of years later and here I am, at Davies Symphony Hall in San Francisco, listening to this gorgeous music in an extra-hot Sunday at an extra-cool and fancy location. I'm very happy this kind of music has gotten the recognition it deserves so much so that it is now played at beautiful symphony halls. Remember the time when danzones were dismissed as music for prostitutes and pimps? In México, that music was played in horrible "congales de mala muerte" at worst, though some other times it was played at decent and honorable working class parties. I think that's what made that music ours, it was our music then, it is our music now. I couldn't avoid thinking that Acerina or Luis Alcaraz or 'Cara e Foca' Perez Prado or Amador Pérez, Dimas or Carlos Colorado would have all the right to be here, playing, conducting this or their own orchestras.

Then again, I couldn't avoid remembering the beautiful rumberas such as Tongolele, Ninón Sevilla, Rosa de Carmina, etc. perfectly and sensually moving their erotic bodies while dancing with music just like the one the Afro-Latin Jazz Orchestra was playing yesterday.

The soloists were virtuosos, powerful maestros conveying so many feelings with their instruments that sometimes we could only gasp in awe. Lots of other times we wanted to stand up and dance. Man! I wish we could've dance!

The temperature was rising by the minute with every single theme they played, mind to say the Hall is comfortably air-conditioned, but by the time el Comandante stood up and danced while playing the flute with mucho sabor a cha-cha-chá, that place was burning!

¡El mejor bailarín de salsa en solo un año!

¡Qué determinación de este hombre! ¡Decidió convertirse en el mejor bailarín de salsa! Y vaya que no es algo fácil, mas bien, ser bailarín es bastante complicado. Pero supongo que no solo va a ser el mejor de toda el área de la bahía de San Francisco, sino tal vez el mejor de todo Estados Unidos, quien sabe, uno no sabe nunca nada, como diría un conocido y viejo bolero.

Este hombre con tanta determinación se llama Leigh (se pronuncia Li), es alto, sencillo y accesible, bastante bien parecido, cabello obscuro y ensortijado, es joven, le calculo unos veintycinco años, es músico de profesión (toca los tambores en varios grupos locales). Supongo que varias chicas han de sentirse atraídas hacia el.

Yo lo conocí hará unos dos meses en un centro cultural donde tomo clases de danza occidental africana y de salsa. Este centro cultural llamado Malonga Casquelourd se encuentra en Oakland (ciudad vecina de Berkeley) y es muy importante en la vida de la comunidad.

Lo conocí un viernes a eso de las seis de la tarde, cuando da inicio la clase básica de salsa rueda (estilo casino cubano). El y yo éramos los únicos alumnos presentes, y Manuel, nuestro maestro cubano, aún no llegaba. Leigh y yo estábamos en el salón vacío, y se sentía una incomodidad en el aire, eso que se siente cuando dos desconocidos tienen que compartir el mismo lugar. El se veía nervioso pues solo miraba hacia el suelo y jugaba mucho con sus manos.

Después de un tiempo que pareció una eternidad Manuel finalmente llegó. Casi después de el llegaron otros alumnos. La clase comenzó. Empezamos con calentamiento básico y una rutina sencilla de salsa, para soltar el cuerpo y calentar y los músculos. Después del calentamiento Manuel comenzó a formar parejas para iniciar la rueda.

Comenzamos a hacer los pasos básicos en pareja: Arriba (los líderes, que no necesariamente hombres, bailan caminando hacia enfrente), Abajo (los líderes bailan caminando hacia atrás), Agua de Pozo (las parejas suben y bajan los brazos cuyas manos tienen entrelazadas hacia dentro del círculo), Vacila (rotando sobre su propio eje las parejas se mueven hacia atrás y hacia delante). Después hacemos Dile que No que es una variación de Vacila solo que mas complicado, y finalmente Dame Una, que es el cambio de pareja. Y la clase se ponía cada vez mas complicada.

Después de algunos Dame Una me tocó bailar con Leigh y tengo que decir que el chavo estaba bastante tieso y además muy nervioso. Cuando me daba vueltas yo casi sentía que mis brazos se iban a zafar de mi cuerpo por la fuerza no calculada que el imprimía a sus movimientos. Manuel llamó a hacer el siguiente paso: Enchufla Doble y entonces si Leigh nosupo ni por donde le llegó la cosa. Afortunadamente para el, yo estaba ahí y pude ayudarlo. Para esas fechas yo ya había tomado bastantes clases básicas de salsa rueda y estaba a punto de graduarme y pasar a la clase avanzada, también ya sabía llevar el ritmo, además de que bastantes veces ya había sido líder. Por eso cuando me toca bailar de "follower" yo ayudo mucho a los líderes pues algunos de ellos no saben ni que onda.

Después de esta primera clase juntos Leigh quedó muy agradecido conmigo pues yo lo ayudé mucho y siempre que el se disculpaba por cada mal movimiento yo le decía “no te preocupes, tu vas bien, solo tranquilízate y vas a ver como todo sale bien”.

Seguí bailando con el en las siguientes clases y cada vez el mejoraba mas y mas. Una vez me dijo “me costó muchísimo aprender a tocar los tambores, pero yo estaba muy determinado a hacerlo, y ya ves ahora soy músico profesional, y yo se que me está costando mucho aprender a bailar salsa, pero estoy determinado y voy a aprender, claro que voy a aprender ya lo verás”.

Un día por equis razón no pude asistir a la clase, y la siguiente vez que lo vi me reprochó “¿porqué no veniste a clase? ¡No te imaginas que horrible estuvo! Las otras chavas no bailan como tú y yo me perdí en muchos pasos, ¡estuvo horrible!” Yo no pude evitar sonreir y solo me limité a alzar los hombros. Pero cuando le conté esto a Jason los dos reímos muchísimo pero sin malicia. Fue un episodio muy tierno como para una simple sonrisa.

Mas tarde, Jason y yo tomamos unas semanas para viajar a México, para visitar a mis papás y para conocer al adorable nuevo miembro de la familia.

Cuando regresamos de México y me reintegré a mis clases de salsa me llevé una agradabilísima sorpresa con Leigh, pues el ya no era ese bailarín tieso que jala con mucha fuerza, sino que ya era un mucho mejor compañero de baile. Aún no el mejor, de hecho, todavía le falta mucho para ser el mejor, pero definitivamente ya había progresado muchísimo y ya no era el mismo que entraba en pánico si yo no bailaba con el. Ahora se sentía mas seguro de sí mismo, ahora se frustraba menos si no se sabía cada detalle de cada paso.

+++

El sábado pasado Manuel tuvo un show, una presentación de danza y canto en otro centro cultural que también es muy importante para la comunidad: La Peña Cultural Center en Berkeley. Jason y yo llegamos mucho antes del show, con tiempo suficiente para tomarnos una cerveza y comer una rica quesadilla estilo chileno. Al poco tiempo se nos unieron Simonita, mi amiga de la danza africana, y José, un chavo colombiano que estudia en Memphis y se encuentra de visita en Berkeley.

Cuando estábamos en amena conversación llegó Leigh y también se unió al grupo. Obviamente la conversación giró en torno a música y danza latino americana y también sobre los mejores lugares en San Francisco para bailar estos ritmos. Leigh dijo que su favorito era Jelly’s, pero que por el momento no podía ir allí porque aún no bailaba muy bien, yo comenté sobre lo mucho que Leigh había avanzado en salsa en unas cuantas semanas. Y entonces el dijo que eso no era suficiente, que el TENIA que ser el mejor, que no había otra opción para el.

Nos contó que su ex-novia siempre va a ese lugar y aunque Leigh vaya también, a ella no le importa y baila con muchos hombres y se mueve sensualmente frente a el destrozándole el corazón. Por eso, la próxima vez que el vaya a ese lugar, no solo va a ser un buen bailarín, no, el va a ser EL MEJOR bailarín, va ir acompañado de la mujer mas hermosa, va a bailar sensualmente frente a su ex, y va a disfrutar haciéndola sufrir con esta dulce venganza. Ñaca, ñaca, ñaca, ¡la venganza es dulce! Todos reímos con su confesión y hasta le aplaudimos su férrea determinación.

Claro que para que llegue el tan ansiado tiempo de su venganza aún le falta mucho camino por recorrer y también le falta mucha práctica. Tal vez yo le ayude un poco, pues a mi me conviene perfeccionar mi técnica para que cuando yo ya sepa bien los pasos me sea mas fácil enseñarle a Jason.

Vaya que el amor, o des-amor mueve al mundo. Vaya con las razones nada nobles de Leigh para querer ser el mejor bailarín de salsa. ¡Vaya con este chavo! Aunque tengo que reconocer que el no es el primero que conozco que por amor o por dar celos a su pareja o ex pareja entra al mundo de la danza y al poco tiempo, seducido por las complejidades intelectuales y físicas de la misma hace a un lado el deseo de venganza y se entrega de lleno al arte dancístico.

Y a final de cuentas razones nobles o no, yo lo voy a ayudar en lo que pueda, así, cuando el sea el mejor yo voy a poder presumir que yo lo ayudé a llegar y además voy a poder bailar con el, ¿o tal vez no?

Friday, July 21, 2006

La bailarina azteca que no toca el piso al bailar

El martes pasado en el ritual de danza azteca en el distrito de la Misión en San Francisco (ya no lo voy a llamar clase, pues no es clase de danza, sino ritual) una joven mujer pasó a bailar sola, estaba en cuclillas con una pierna, mientras que la otra pierna estaba doblada y tocando el piso, pero parecía que flotaba, pues era como si sus pies ¡nunca tocaran el suelo! A ratos parecía como si sus pies acariciaran el aire. ¡Qué habilidad y destreza! ¡Qué forma de bailar! Si Quetzalcoatl pudiera verla se sentiría muy contento de presenciar tanta habilidad y pasión al bailar.

Ella dio varias vueltas en esta posición alrededor del incienso. Después, se levantó y se acercó a otra compañera y le tocó el hombro, invitándola así a bailar con ella. Bailaron juntas por un tiempo y después la segunda bailarina se arrodilló en el piso, mirando hacia arriba y sacando el pecho mientras la primera bailarina se le acercaba y parecía como si le fuera a sacar el corazón. Cuando la bailarina en el piso parecía ya lista, la primera bailarina puso su pie en pecho de la otra, subió a su pecho y realizó uno o dos movimientos rápidos, bajó al piso y siguió bailando.

Nunca había visto algo así. Qué rituales tan intersantes. Ahora tengo muchas preguntas sobre los mismos: ¿qué significan?, ¿están dedicados a un dios específico?, ¿de dónde vienen?, ¿porqué?.

No se cuando voy a poder encontrar las respuestas a estas preguntas, pero voy a seguir yendo todas las veces que pueda a participar en los rituales, y tal vez poco a poco vaya aprendiendo sobre los mismos.

Atole Azteca (de masa de maíz)

En nuestra más reciente visita al DF mi mamá nos preparó un delicioso y muy nutritivo atole de masa de maíz. Mi abuelita Loreto fue quién le enseñó a preparar este atole. Aquí está la receta:


Atole de masa de maíz de Doña Paula y Doña Loreto Gordiano

Ingredientes:
Masa de maíz recién salida del molino
Agua hervida
Unas rajitas de canela
Piloncillo

1. En un recipiente disolver la masa en agua hervida. El agua debe estar ya fría.
2. En una olla poner agua con unas rajitas de canela a hervir.
3. Una vez que la masa esté ya disuelta (ver paso 1) vaciarla al agua hirviendo.
4. En la olla con el agua hirviendo y la masa, poner piloncillo y mover constántemente.
Dejar hervir por espacio de media hora (considerar la altitud, este paso funciona a más de 7 mil metros de altitud, la cual es la altitud del DF, a nivel del mar esto varía)
5. Al terminar de hervir se pueden añadir unos granitos crudos de elote (se cocen con el calor del atole)

Friday, July 14, 2006

Hey! I'm not invisible! ... But don't look at me

I know it might sound kind of cranky, but here's the thing:

I always complain about how brown people are invisible in this country (north of the Rio Bravo, south of the mapple trees' country), about how we pretty much don't exist for the rest of the population, especially when that population is white, about how those whites never seem to notice us when we happen to walk next to them or when we happen to be in the same place, about how for most whites we are all either cooks or maids, or salsa lovers (which in my specific case I have to admit that it happens to be true), etc. and I hate this, I totally hate it!

We are not fucking invisible you guys!!! We are human beings with flesh and bones and red blood just like you, so stop fucking pretending we don't exist!! Only because some of us happen to be your maids or your gardeners doesn't give you any right to ignore us. We DO exist. Period.
This being said (and I think I really needed to say it) I also have to say that I'm not comfortable (maybe because I'm not used to this anymore) when men -no matter their color- look at me. And they don't look at me because they recognize that I'm a member of an indigenous group and thus they recognize and value my ethnicity, no, they look at me because they are attracted to me ... they are physically attracted to me.

I have been married for more than eight years and I have been with my partner for more than ten years now, so I guess I forgot how it feels when men looked at me because they were attracted to me. I remember that was nice and cool, and I liked it, I really did. But now, you know, it just feels weird. It makes me feel uncomfortable.

I know I'm attractive, I know some men could be attracted to me, but this is not the kind of thing that I want or like for me at this moment of my life. I'm also fully aware that in my native México men are much more expressive about this when they see a woman they like, so much so that many times they completely indulge themselves in blatant sexual harrassment, and we defend ourselves the best we can but sometimes we can't resist much longer to their attacks and fall prey to them (this is topic for another posting).

But white men north of the Rio Bravo are different than brown men south. White northern men are colder, less expressive, not to say they are free from harrassing women because I've read and heard they do it too, but they do it in different ways, maybe not as blatant as men south of the border do.

So the other day I was coming home from work when I spotted a group of white men outside of a music shop. As usual I just walked thinking about my own stuff minding my own business, and when I was almost next to them I noticed one of those guys stopped doing what he was doing to look at me. He didn't look at my body, as men in México would immediately do, rather he looked at my face, with that well known look in his eyes that was saying something like "I'd like to know more about you". At the same time he said "Hi, how's it going?". Men here usually don't say anythig. In fact, nobody says anything here (well, sometimes very few people say "hi", but this is it), so when this guy said "Hi, how's it going?" and was giving me that look, I just thought "Ok this is not what I was expecting and I don't like it". So I just replied "hi" while walking and didn't turn my head to get a better glance of the guy. Of course the guy didn't even try to talk to me again, which would have most likely happen in México had this incident occurred there. I appreciated this. However, I couldn't avoid feeling uncomfortable. Maybe because I'm so used to the fact that white men just don't look at me at all. Or because I'm so used to the fact that "I'm invisible". Whatever the reason, I hadn't experienced that uneasiness in a long time, and hope don't experience any time soon.

Tuesday, July 11, 2006

Danzones en Berkeley

Son las 10:20 de la mañana de este frío martes, la ciudad de Berkeley está cubierta de una fría capa de neblina y yo estoy trabajando frente a mi computadora desde las ocho de la mañana, atendiendo llamadas de usuarios que necesitan orientación para usar un sistema financiero (¿qué es más gris, esta mañana llena de neblina o este sistema?) ... de repente, veo que en mi pantalla hay un 'mensaje instantáneo' de Jason donde me pide que sintonice la estación de radio KPFA pues en estos precisos momentos están tocando un danzón.

Ni tarda ni perezosa sintonizo la estación en mi compu (inventos del hombre .... ¿amarillo o blanco? Tal vez de ambos) y ahí está: Salón México ¡uno de los danzones más hermosos que he escuchado en mi vida!

Hacía mucho que no escuchaba un danzón, así que casi olvidaba qué rico, que digo rico, riquísimo se siente el escuchar un sabroso y buen danzón (imagino que los músicos ejecutantes de tal ritmo han de estar siempre a punto del éxtasis al interpretar tan deliciosos sonidos). Casi olvidaba que fabulosa experiencia es escuchar un buen danzón finamente interpretado, casi olvidaba que al escuchar un danzón uno siente como si cada nota musical acariciara suavemente el cuerpo ... es algo sensual, si porque los danzones son muy sensuales, por eso hace unos sesenta o setenta años las llamadas "personas decentes" los despreciaban, creo que porque tenían miedo a aceptar lo rico que se siente escuchar y saborear un danzón.

Sin querer mi imaginación voló al Puerto de Veracruz, en un cálido día de mayo de 1991. Ese día lo voy a tener siempre presente en mi memoria y en mis sentidos. Ese día fue cuando conocí y me enamoré profundamente del danzón.

Gloria, mi querida amiga ganadora y perdedora de tantas batallas feministas y sindicalistas, y yo fuimos a Veracruz por algo así como una semana. Los primeros días nos hospedamos en un albergue para jóvenes muy cerca de la playa de Chachalacas. Ahí comimos ricas mojarras fritas y disfrutamos de la limpísima playa. Luego regresamos al Puerto y ahí fue cuando comenzó todo.

Era pasado el mediodía del domingo cuando llegamos de Chachalacas y nos instalamos en un hotel al lado de la Plaza de Armas. Cuando bajamos a la plaza, después de bañarnos y ponernos ropa fresca nos dimos cuenta que había algarabía en el ambiente y que había mucha gente muy elegantemente vestida de blanco. Personas mayores, jóvenes y hasta niños ataviados con sus mejores galas, luciendo ropa blanca. Mujeres con abanícos, hombres con sombreros de Panamá y zapatos de charol blanco. Todos muy elegantes, todos muy propios, y todos muy pacientes como esperando algo muy bueno.

Y ese algo muy bueno empezó cuando la orquesta comenzó a tocar el primer danzón de la tarde / noche. Era la primera vez que yo veía una orquesta danzonera tocar un danzón en vivo, antes yo ya había escuchado muchos danzones en la radio pues a mi papá le gustan mucho. Pero escuchar un danzón en vivo, es otra experiencia, escuchar las suaves trompetas, el clarinete o los fuertes pero amables timbales ... no hay nada que se le compare.

Todos se pararon a bailar, bailarines que ya peinaban canas, jóvenes y niños, todos tomaron su pareja y se dispusieron a disfrutar y participar en este ritual llamado danzón. Todos, limpiamente ejecutando pasos elegantes y al mismo tiempo sensuales. Todos bailando al son de la orquesta, todos deteniéndose en la parte en que deben detenerse, las mujeres abanicándose sensualmente y como no prestando atención al varón, como dándose a desear, luego otra vez, todos reanudaban el baile.

Yo estaba embelesada, porque bueno, hasta los niños de unos ocho años ejecutaban perfectamente los pasos en el rítmico cuadro: ♪ ¡uno, tan tan, dos, tan tan, tres, tan tan, pausa! ♪ ¿Cómo le hacen? ¿Cómo hacen para verse tan elegantemente sensuales al bailar?

Se veía que todos disfrutaban muchísimo del baile, tanto, que Gloria y yo dijimos al mismo tiempo: “yo también quiero bailar así”, así que casi sin pensarlo decidimos buscar a una pareja para que bailara con nosotras. Es que no podíamos perdernos ese baile. Es que sentimos que era un pecado no disfrutar de esa música tan deliciosa. Así que, en los siguientes minutos nos dedicamos a ver quienes iban en pareja y quienes no. Cuando vimos quienes iban solos nos enfocamos en los hombres que parecieran serios y respetuosos y que además supieran bailar.

Seleccionamos a un señor de unos sesenta años quien se veía que bailaba muy bien y además se veía serio. Nos acercamos a el y le preguntamos si quería bailar con nosotras a pesar de que nosotras no sabíamos bailar danzón. Su respuesta no se hizo esperar ‘claro que sí’ (viéndolo en retrospectiva, ¿qué señor de sesenta años no iba a querer bailar con dos jóvenes guapas aunque inexpertas en danzón por consumado bailarín que fuera? Bueno, tal vez algunos rechazarían la oferta, pero definitivamente la mayoría hubiera aceptado).

Alternándonos a nuestra pareja, bailamos varias ‘piezas’ (como las llama mi papá) de danzón con este amable señor, quién en pocos minutos trató de enseñarnos cómo hacer el famoso cuadro o cómo seguir los tiempos … pero ni Gloria ni yo pudimos aprender tan rápidamente como hubiéramos querido. Aunque esto no fue motivo para no disfrutar de tan gustoso y sabroso ritmo, de la cadencia y sensualidad de cada nota ejecutada por la orquesta. Y mucho menos fue impedimento para que yo cayera bajo el influjo hipnotizador del danzón.

Terminó la noche, después de gozar profundamente cada danzón por cerca de una hora más, la orquesta dejó de tocar, las parejas se dispersaron, la taza (y el encanto de la noche) se rompió y cada quien jaló para su casa felices de haber participado en este delicioso ritual.

Pocos días después Gloria y yo regresamos al DF – y el danzón seguía conmigo. Saturé a mi papá con preguntas sobre este ritmo: que si cuándo lo escuchó por primera vez, que si cómo eran las orquestas de entonces, que si de dónde venían (en vez de preguntar ¿de dónde son los cantantes?, yo preguntaba ¿de dónde son las orquestas?), que si cuáles son sus danzones preferidos, y mil etcéteras. Mi padre contestó como pudo pero yo tenía cada vez mas preguntas, que si sabe hacer ‘el cuadro’, que si porqué hay que detenerse en el montuno, etc, etc. Mi papá baila el danzón con un estilo muy diferente al estilo veracruzano llamado de figura, así que no sabía qué onda con el cuadro famoso.

Entonces yo decidí investigar por mi cuenta y me inscribí a cuanta clase de danzón encontraba y fuí a cuanta plática sobre danzón hubiera. Así tuve la fortuna de muy brevemente conocer a Don Enrique, un maestro de danzón que aparece bailando junto con su esposa en la película Danzón de María Novaro (1), aunque no pude tomar clases con el pues necesitaba una pareja y yo no tenía novio en esos tiempos.

Después, tuve la fortuna de bailar incontables y deliciosas noches en El Riviera, el famoso salón de baile que desgraciadamente cerró sus puertas hace ya unos años (2). Ya para entonces yo tenía un mejor conocimiento sobre este y otros bailes finos de salón. Tuve la fortuna de escuchar en vivo y bailar con la música de orquestas danzoneras de la talla de la de Luis Alcaráz, de Acerina, etc. Fui varias veces al salón Los Angeles (quién no conoce Los Angeles, no conoce México, siempre hay que tener esto bien presente), al California Dancing Club, al Salón Colonia, al Bar León. Una vez unas amigas muy queridas y yo nos inscribimos a un “tour” por los bares y salones de la Ciudad de México, el cual inició allá por las siete de la noche de un sábado y finalizó ya entrada la madrugada del domingo. Lo disfrutamos muchísimo.

Otras noches, Arturo, un amigo amante del danzón y yo nos lanzamos al Salón México. La aventura fue interesante, pues dicho salón ya casi no conserva nada del original y en cambio ahora es visitado por turistas y niños pirrurris quienes no tienen la menor idea de qué cosa es el danzón (¿acaso tienen estos “niños” idea alguna que no sea presumir su ignorancia?). Recuerdo que la primera vez que visitamos este lugar, Arturo y yo comenzamos a bailar en cuadro, y en pocos segundos todos los asistentes, entre pirrurris y turistas, nos hicieron rueda y hasta nos aplaudieron cuando terminó el danzón. Todos nos decían ‘¡qué bonito bailan ustedes!’ y nosotros solo les sonreíamos amablemente. La verdad es que para esas fechas aún bailábamos muy torpemente, pero como en ese lugar no había danzoneros reales pues hasta nosotros como bailarines muy principiantes levantábamos la admiración general. Sólo los de la orquesta y nosotros sabíamos la verdad.

Todos estos recuerdos y más me llegaron en segundos al escuchar inésperadamente a través de KPFA (radio en 94.1 fm) en Berkeley a la orquesta de Acerina interpretar el Salón México en esta fría y gris mañana de martes de julio.

(1) http://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/danzon.html
(2) Cierran el Riviera: http://www.jornada.unam.mx/2002/03/15/24an1esp.php?origen=espectaculos.html

Friday, July 07, 2006

Pues que dice doña 'Mearta' que siempre no se va

Desgraciadamente no se va, o por lo menos no creo que se regrese al rancho de su mandilón marido. Con eso de que según el IFE, el cuál está comandado por un pupilo de la Miss Gordillo quien a su vez es uña y mugre de doña 'Mearta', el 'triunfo' es de Feli-Pillo, bueno, pues entonces ni la doña ni sus detestables retoños van a ser tocados ni siquiera con el pétalo de una rosa, y la doña bien podría enfilarse hacia algún puesto en el gabinete de Chapelen (chaparro, pelón y con lentes, como lo llama el yunquista Espino), así que a seguir pagándole su ropa de diseñador - por eso y más y peor de lo mismo votaron los que votaron por el PAN.
Pues que con su pan se lo coman.