El martes pasado en el ritual de danza azteca en el distrito de la Misión en San Francisco (ya no lo voy a llamar clase, pues no es clase de danza, sino ritual) una joven mujer pasó a bailar sola, estaba en cuclillas con una pierna, mientras que la otra pierna estaba doblada y tocando el piso, pero parecía que flotaba, pues era como si sus pies ¡nunca tocaran el suelo! A ratos parecía como si sus pies acariciaran el aire. ¡Qué habilidad y destreza! ¡Qué forma de bailar! Si Quetzalcoatl pudiera verla se sentiría muy contento de presenciar tanta habilidad y pasión al bailar.
Ella dio varias vueltas en esta posición alrededor del incienso. Después, se levantó y se acercó a otra compañera y le tocó el hombro, invitándola así a bailar con ella. Bailaron juntas por un tiempo y después la segunda bailarina se arrodilló en el piso, mirando hacia arriba y sacando el pecho mientras la primera bailarina se le acercaba y parecía como si le fuera a sacar el corazón. Cuando la bailarina en el piso parecía ya lista, la primera bailarina puso su pie en pecho de la otra, subió a su pecho y realizó uno o dos movimientos rápidos, bajó al piso y siguió bailando.
Nunca había visto algo así. Qué rituales tan intersantes. Ahora tengo muchas preguntas sobre los mismos: ¿qué significan?, ¿están dedicados a un dios específico?, ¿de dónde vienen?, ¿porqué?.
No se cuando voy a poder encontrar las respuestas a estas preguntas, pero voy a seguir yendo todas las veces que pueda a participar en los rituales, y tal vez poco a poco vaya aprendiendo sobre los mismos.