Anoche bailé en honor de los danzantes masacrados por los españoles durante la fiesta de Tóxcatl.
Al final de la danza, en el círculo, yo no quise decir nada porque sabía perfectamente que si lo mencionaba no iba a poder detener el llanto. Dediqué la danza de anoche a mis antepasados náhuatls, mis abuelitos, Mary y como siempre, a los inmigrantes que en ese momento se encuentren cruzando la frontera. Ojalá mi energía llegue a ellos.
Pero dentro de mi corazón, con todo mi cuerpo, mi energía, mi enojo, mi tristeza, mi felicidad, con todo esto y más yo danzé también para ellos, para los danzantes masacrados ese día por esos desgraciados hombres sin madre, sin patria, sin humanidad. Ojalá mi energía llegue a ellos en donde quiera que se encuentren, en el Mictlán o cerca de nosotros. Quiero que sepan, que sientan que los recordamos y los veneramos y respetamos.
Ometeotl